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lunes, 19 de marzo de 2012

Lo que mata no es el odio... es la indiferencia






El ser humano necesita sentir que pertenece a un grupo, al punto que puede sentirse incluido con algo tan simple como la mirada de un extraño.
Según el psicólogo Eric Wesselmann de la Universidad de Purdue (Estados Unidos), incluso los desconocidos pueden hacer que alguien se sienta incluido. ″Hasta aquellas personas que uno no conoce, que tan solo caminan al lado, tienen un efecto al menos momentáneo de inclusión si nos miran unos segundos″, afirma.
Y también sucede lo contrario: las personas se pueden sentir angustiadas o estresadas si un extraño no da cuenta de su presencia.
Se sabe por investigaciones previas que el ser humano solo puede ser feliz si se siente conectado a los demás, y que incluso se siente marginado si es dejado de lado por grupos con los que no quiere tener nada que ver. ″Lo que nos parece muy interesante es que ahora podemos hablar del poder de la conexión social entre las personas. Parece ser un fenómeno muy fuerte″, enfatiza Wesselmann.
El especialista enfocó su investigación en averiguar cuan pequeña debe ser la señal para que una persona se sienta conectada a los demás.
Para indagar en el tema un investigador se puso a caminar por la Universidad de Purdue. Al cruzarse con una persona la miraba a los ojos y, cuando las miradas se cruzaban, sonreía, sostenía la mirada, o miraba otra cosa detrás de este individuo como si él o ella no existiera. A continuación, otro investigador se acercaba a esta persona y le preguntaba: ″En el último minuto, ¿cuan desconectado de los demás se sintió?″
Las respuestas mostraron que los individuos que se conectaron visualmente con el investigador, con o sin su sonrisa, se sintieron menos desconectados que los que fueron vistos como si no estuvieran presentes.

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