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viernes, 27 de enero de 2012

Carga mental, cuando el trabajo pesa y quema


Los ordenadores, los robots, los sistemas de telecomunicaciones, las autopistas de información, las redes ‘wifi’, el correo electrónico y los dispositivos de automatización, han revolucionado el mundo de la producción, el comercio y el trabajo, pero también presentan un lado oscuro para los encargados de utilizarlos productivamente.

Si las enfermedades ligadas a las nuevas tecnologías son una de novedades más recientes en la medicina del trabajo, la denominada ‘carga mental’, un trastorno ligado a los elevados niveles de atención, concentración y esfuerzo intelectual que impone el desarrollo tecnológico al trabajador, es una de las últimas incorporaciones al catálogo de las tecnodolencias.

“Las enfermedades profesionales ligadas a las nuevas tecnologías, que han surgido en los últimos años, son tan recientes que en algunos casos su diagnóstico y clasificación aún están por desarrollar", ha explicado el doctor Antonio Iniesta, presidente de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT).

Según un estudio reciente de la Universidad de Huelva, UH, (sur de España) la denominada ‘carga mental’ está aumentando cada vez más entre los profesionales y trabajadores.

En opinión de los expertos de la AEEMT, este fenómeno puede deberse al desarrollo tecnológico de los últimos tiempos y a la creciente ‘terciarización’ (participación del sector terciario o de servicios en el mundo laboral) los cuales han influido decisivamente en la evolución de la carga de trabajo.

Cada vez más el trabajo requiere un contacto menos directo con los materiales y su transformación, los cuales quedan a cargo de máquinas, robots y otros dispositivos. Ello supone para el responsable de controlar el funcionamiento correcto de esta maquinaria tener que estar atento a una serie de señales, conocer su significado y accionar los mandos correspondientes para conseguir la operación deseada, explica la investigación de la UH.

MÁS ATENCIÓN, MÁS PRESIÓN

Según el doctor Iniesta, la carga mental podría definirse como "la cantidad de esfuerzo mental deliberado que debe realizarse para conseguir un resultado concreto", y está ligada “a la necesidad de procesar un gran volumen de información y tomar decisiones”.

Este proceso de estar informado y decidir exige al empleado un estado de atención, o capacidad de estar alerta, y de concentración, o capacidad de permanecer pendiente de una o varias actividades durante un tiempo determinado, que pueden conducirle a sufrir "altos niveles de presión psicológica", según el presidente de la AEEMT.

El diagnóstico de una enfermedad profesional depende "mucho de la relación causa-efecto", ya que cuando se trata de un "tipo alérgico" es "más o menos fácil" reconocerla, sin embargo "cuando se debe a sobreesfuerzos de trabajo se tarda más", ha explicado el doctor Iniesta.

El estrés laboral es el segundo problema de salud más frecuente en la Unión Europea, después de los trastornos músculo-esqueléticos, según una encuesta del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo español, que advierte que un 50 por ciento de los trabajadores tiene estrés.

En el trabajo, este desorden puede causar una baja de la productividad, un mayor riesgo de accidentes laborales y un aumento del absentismo.

Según el investigador César Martínez Plaza, autor del libro ”Estrés. Aspectos médicos” y experto seguridad e higiene en el trabajo, en el ambiente laboral hay cinco tipos de estrés, desde el más leve, que es la hiperactividad emocional hasta el más severo, que se conoce con el nombre japonés de “karoshi” y puede llegar a ocasionar la muerte debido al exceso de trabajo en entornos extremadamente exigentes.

Según un estudio canadiense en el que participaron 6.719 hombres y mujeres de negocios, de entre 18 y 65 años de edad, trabajar en empleos altamente estresantes puede elevar la presión arterial casi dos puntos por encima de lo normal.

"La exposición acumulada a trabajos tensos trae importantes incrementos en la presión sanguínea en hombres de negocios, especialmente en aquellos con bajos niveles de apoyo social en el trabajo", según la doctora Chantal Guimont y su equipo, de la Universidad de Laval, en Quebec, Canadá.

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